¿Ser “especial” o ser humano?

¿Ser “especial” o ser humano?

Que si las mujeres son de Venus y los hombres de Marte, que si la comida orgánica es lo de hoy, que si el “mindfulness” es la nueva solución…

 

Un empresario me invitó a participar como ponente en una expo holística que él organizaba. 

- “Oye, Alberto, tú con tus viajes y con toda la gente que te sigue en tus workshops, deberías de venir a hablar aquí del despertar de la consciencia. Tú jalas a tu gente y nosotros a la nuestra, estamos calculando un ingreso de tanto y te pagaríamos otro tanto, si quieres por fuera para que no haya tema de impuestos. Como tú nos digas, a nosotros nos da igual…” 

-“A mí también me da igual”, le dije. 

-“Perfecto, entonces ese tema ya lo tenemos resuelto...”

-“¡No, no, perdón que te interrumpa! Quise decir que me da igual lo de la expo…” 

-“¿Cómo? ¿A qué te refieres?”, me dijo confundido.

-“Es que yo no llevo acarreados ni tengo seguidores... El tema de la convocatoria -en mi caso- depende del estado de consciencia de la gente y no de sus creencias”. 

-“Ah, pues nosotros creíamos que tú…”

-“Sí, mucha gente cree eso. Por eso yo no creo en nada. Yo sólo sé lo que sé y lo que no sé pues no lo sé, ¡aunque puedo saberlo! Así es más claro todo, no tengo la necesidad de fingir que soy esto o aquello. Vivir pretendiendo es muy cansado. Es maravilloso ser un humano, ¿para qué quisieras ser otra cosa? Si alguien me mienta la madre yo sé qué hacer con eso, si alguien me sonríe y me abraza también sé qué hacer. Lo mismo sucede si yo me acerco a alguien o si busco un espacio para estar solo. Ahora, en cuanto al despertar de la consciencia, pues justamente eso, o ¿no?  A la gente que viene a terapia al consultorio, a quienes deciden hacer un viaje de los que organizo o a los que llegan a los workshops, yo los conozco por rostro y por nombre.  No son una bola, ahí nada más, o un participante numerado.”

-“Bueno, es que para que despierte la humanidad se necesita de una masa crítica que luego impacte al resto y de esa manera tengamos un mundo de gente iluminada”.

-“Acuérdate de lo que dicen los Sufis: ‘uno a uno vamos todos pasando por la misma puerta’. Uno a uno, no todos juntos. Aún si tenemos un mundo de gente iluminada -es decir, gente sin neurosis, sin trastornos psico-emocionales, sin adicciones y sin psicopatologías- habrá que ponernos de acuerdo en muchas cosas, ¿no te parece?  En un mundo así, quizás, por primera vez, nos reconozcamos como realmente somos: auténticamente humanos, vulnerables ante las fuerzas de la naturaleza y, ¿por qué no?, encontrando de manera sensata nuestro lugar en la existencia y en el gran universo.  ¿Qué tenemos de especial?  ¿Por qué nos creemos la gran cosa?  Esta desnudez con nosotros mismos es la que revela nuestra inmediatez con el otro, con la complejidad y con la sencillez de ser humanos.  Esto es lo que voy a decir en la expo a la que me invitas si me otorgas 2 horas, no para una conferencia, sino para interactuar y para dialogar con la gente como lo que realmente somos…” 

-“Lo voy a proponer al consejo y lo vamos a pensar…”

-“No se desgasten, y tampoco malentiendas mi tono. El despertar no es una técnica que se venda ni que se compre en algún mercado psíquico. El despertar no es un concepto de marketing espiritual ni una moda que envuelve a los incautos. El verdadero despertar es una provocación que a todos nos incita a pasar, uno a uno, a través del umbral de la consciencia.  Empujando a los demás es uno el que cae al precipicio.  Nosotros somos la puerta…”

 

Click, sonó en el auricular.

 

Hombre y Mujer somos de la Tierra. “Organic food” y “mindfulness” son parte intrínseca de nuestra propia naturaleza. ¿Cómo hemos llegado a hacer de ellos una moda que nos da un sentido de pertenencia elitista y un estatus alienado? 

 

A ratos, en mi silencio y en la fértil Tierra Negra de mi alma, surge mi supra-ser como una pantera con esa espontánea ironía ante los absurdos de la vida, me mira con sus ojos dorados de pupila turquesa y me dice: “¿Seremos unos ‘organic fools’ y unos ‘empty minded’?” Me río a carcajadas y la abrazo con gusto. Es brava, lo sé porque soy ella; y también es un gran vigía. Me alerta, me cuida y me sigue a donde vaya.


 

Fotografía: Shaaz Jung – Kabini, India.

 

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